Análisis de las 3 caras del miedo


 

Cuando Boris Karloff, leyenda del cine de terror y presentador de la película, introduce estas tres historias de miedo que componen la obra de Mario Brava, enuncia una frase de apariencia irónica y propia de un cuentacuentos de ludoteca infantil, pero que a posteriori cobra todo el significado del mundo: 

- Se darán cuenta viendo esta película de que los fantasmas y los vampiros están presentes por doquier. 

Y lleva razón. En esta película vemos fantasmas y vampiros, pero dichos seres no son más que la representación en forma monstruosa de algunos de los principales miedos que corroen la cabeza humana. De esta manera, con estas tres historias, Mario Brava retrata tres caras del miedo muy presentes en nuestra sociedad

El telefóno



Una joven de la que conocemos nada, sufre una noche cualquiera las misteriosas llamadas de un hombre que dice estar espiándola y que promete matarla. Ante tales premisas, decide llamar para que le acompañe a una amiga muy especial. 

Es este el cuento más convencional y realista de la película, pero no por ello de menos calidad. La historia transcurre en un pequeño apartamento, por lo que la puesta en escena no brilla por ser siniestra, gótica o por su atmósfera terrorífica como es el caso del cuento posterior. Aún así, su construcción argumental, que juega al despiste con la posibilidad de que su amiga invitada sea la que verdaderamente quiera cobrarse una venganza, y no un ex novio recién salido de la cárcel como amenazaban las llamadas, es interesante. Además, el estilo de Brava es igualmente capaz de transmitir terror con sus bruscos e impactantes encuadres y movimientos de cámara (inolvidable esos ojos intimidantes que observan a través de la persiana tras ella). La historia te atrapa, está escrita con tensión y rodada con astucia, tomando al espectador como una persona despierta y dejándole detalles subliminales para que él mismo desentrañe las respuestas a la trama.

Muestra con transparencia el miedo más humano: el que se le tiene al novio engañado y traicionado. La protagonista no solo testificó a favor de su encarcelamiento, sino que le fue infiel con la propia amiga que se encuentra en la casa cuando él se cuela dentro de ella. 

- Maldita seas. Siempre tienes que meterte por medio. -Exclamaba a la amiga de su exnovia el asesino. Y es en esa frase donde sin decir aparentemente nada, se entiende todo el lío de faldas sucedido en ese triángulo amoroso. Tan irónico y revelador como ese comentario también es uno de los planos finales cuando Mario Brava panea desde el teléfono descolgado hasta la amiga muerta. Señalando que la broma telefónica para asustar a la protagonista le había llevado a ese lugar, y posteriormente hasta su asesinato. Subliminal y genial.

El relato invita a pensar que pudo ser inspiración para obras más actuales como es el caso de Hush (2016). Donde una joven vive sola en una casa aislada en medio del bosque y un asesino le acecha desde el exterior. A diferencia de esta aparente imitación, la original de Mario Brava sí consigue, y en menos metraje, profundidad en sus personajes y relaciones interpersonales interesantes.

Los wurdalak




El segundo cortometraje del film, deja a un lado el realismo y nos transporta a un mundo donde los mitos y leyenda son de carne y hueso además de verdaderas amenazas. Un conde, en mitad de su viaje, se encuentra un cadáver. Ese cadáver tiene en su espalda un cuchillo que pertenece al abuelo de la familia que allí cerca habitan. Ese mismo abuelo se encuentra de retiro en las profundidades del bosque ante la posibilidad de que, en la lucha contra el asesinado que aseguran es un vampiro, pueda haberse infectado con la consecuencia de transformarse en uno de ellos. Dentro de tal contexto familiar, el conde que está muy cansado y que no cree en esas leyendas, decide quedarse a descansar en la casa de la familia. 

El cuento, más allá de su calidad audiovisual, es historia del cine por el hecho de que Boris Karloff interpretó por primera vez un personaje de vampiro, siendo este tipo de papel curiosamente más propio y reconocido en su rival como monstruo terrorífico del cine de la época: Béla Lugosi. Rivalidad de dos colosos del cine de terror, sobre la que hizo comedia Tim Burton en la película Ed wood (1994). Al margen de ello, Karloff firma una interpretación a la altura de su figura con expresiones y muecas capaces de traumatizar mentes sensibles. 

La desventura plagada de fantasía, en su subtexto esconde un miedo real y natural: la traición de un ser querido. El momento en el que el abuelo, tras cinco días desaparecido y herido por un vampiro, vuelve a casa y se sienta en el salón, esconde una tristeza inabarcable. Observamos a su familia viendo como el hombre al que todos adoran no es el mismo. Está arisco. Sus gustos y costumbres han cambiado y todo ello puede significar que se ha convertido en un wurdalak y va a intentar acabar con ellos en cualquier momento. Aún así su amor les ciega, y cometen el error fatal de dejarle quedarse en la casa. En esa noche sufrimos la muerte de la familia ante los ataques y las argucias del abuelo. Llegando a utilizar al pequeño para guiar a la madre hacia una trampa mortal que solo ella, cegada por su instinto maternal, era incapaz de ver con claridad. Observamos en pantalla como una familia que se amaba y estaba completamente unida, acaba siendo víctima de ese mismo amor mutuo abriéndole las puertas a un señor que ya no era el hombre que tanto querían, sino que era un wurdalak dispuesto a chuparles hasta la última gota de sangre a sus propios seres queridos. Terrorífico.

La puesta en escena es fantástica, gótica, oscura y tenebrosa. Recuerda a la utilizada por Tim Burton en su thriller Sleepy Hollows (1999) de temática parecida. Es sin duda, uno de los puntos fuertes de este relato de Mario Brava.


La gota de agua




Nuevamente el teléfono cobra protagonismo en este último relato de la película. A media noche una enfermera recibe una llamada de emergencia que le obliga a acudir al domicilio de uno de sus pacientes. En el lugar se encuentra a la anciana fallecida. Según le indica la hija, la mujer murió en una de sus sesiones de espiritismo. En las manos de la espiritista se encuentra un anillo llamativo y lujoso. La enfermera cae en la tentación y se lo roba. Lo que provoca que al llegar a su casa el mal vaya tras de ella.

La historia, juega nuevamente con lo sobrenatural mostrando la aparición terrorífica y genialmente caracterizada de la fallecida en forma de espíritu en busca de venganza. Pero analizando en profundidad el relato, y buscando esa tercera cara del miedo que nos intenta presentar Mario Brava en este cuento, es evidente llegar a la conclusión de que lo que probablemente mató a la enfermera sean sus autodestructivos remordimientos. Al fin y al cabo, en palabras del médico allí presente: 

- Se ha auto estrangulado.

Ni rastro de daños producidos por otro ser natural, sobrenatural o de cualquier tipo. Genial cierre de una obra de talento y astucia, demostrado en el aprovechamiento de los escasos recursos. Y de un guión ágil e inteligente, pero sobretodo destacando por el subtexto bajo la simpleza aparente. Facilitando lecturas entre lo subliminal y consiguiendo de esta manera enriquecer la cinta. Porque un  loco asesino, un vampiro o un fantasma imponen; pero el descubrimiento de una infidelidad, la traición de un ser querido o el remordimiento que no te deja vivir, son todavía más terroríficos.

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