Los chicos de la banda recuerda a Perfectos desconocidos y va camino de ser 'remakeada´ tantas veces o más que ésta. La original fue estrenada en 1970 y era la versión cinematográfica de la obra teatral de tanto éxito. Incluso fueron utilizados los mismos actores. Y el remake ha sido estrenado hace unos días en Netflix. La historia se desarrolla en la casa de Michael (Jim Parsons) donde se celebra el cumpleaños de Harold (Zachary Pinto) y han sido invitados 6 amigos. Homosexuales todos. A ellos se suman un prostituto (Charlie Carver) y un autoinvitado Alan (Brian Hutchison). Este último, enciende la mecha de toda la dinamita escondida en las relaciones de los amigos. Y la enciende a golpes contra Emory. Pero antes de profundizar y analizar la trama y las relaciones personales entre los protagonistas, es interesante analizar el aspecto técnico.
Donde hubo teatro nace cine
La obra, de origen teatral, está escrita teniendo en cuenta las limitaciones espaciales del mismo. Es por ello, que en su paso al cine, más allá de alguna breve escena de flashback, la película entera se desarrolle en un único espacio. Tal característica bien puede invitar a cualquier mediocre director a recurrir a planos aburridos, generales, con composiciones poco sugerentes y utilizando la cámara como espectador pasivo de la acción. En cambio, el inspirado director Joe Mantello graba con tensión cada una de sus escenas. Mantiene un estilo dinámico, rodando escenas de diálogos grupales que son dinámicas y divertidas acompañando el ritmo alegre con planos en movimientos en contraposición de planos cortos y montando con cortes rápidos. Después, cuando el guión camina por el camino de los monólogos introspectivos y las reflexiones pausadas, es capaz de ajustar el tempo de su realización al estado dramático de la obra, y utilizar planos fijos, alargados, aunque sigue manteniendo frescura. Memorable el plano a Hank, mientras piensa en voz alta sobre su vida amorosa, y el plano es desde el exterior, viendole a él a través de la lluvia y la gotas en la ventana. Estético y acorde al ánimo bajo y tormentoso del personaje.
A lo largo de la película, existen planos que dicen todo. La cinta acierta siendo sutil. Dando permiso al espectador para sus libres elucubraciones, las cuales pueden ir formándose a través de pequeñas frase o incluso planos sin diálogo que definen pensamientos de personajes y explican mucho de su comportamiento.
El montaje en todo momento es dinámico. Las escena inicial, por ejemplo, está montada con alegría, frescura e inteligencia. Acertando en la muestra simultánea y ágil de las diferentes escuetas escenas que definen la vida y forma de ser de los personajes. El guión atrapa y es regular en el ritmo, no decae, no aburre. Camina in crescendo hacia un final donde se terminan por dar resoluciones a las hipótesis del espectador con coherencia y verosimilitud. Y alguna, como es la más inquietante e interesante, que es la que atañe al autoinvitado Alan, la deja con las piezas sobre la mesa para que el espectador más astuto y atento termine por montar la respuesta. En un juego delicioso de guión, de los que invitan a la charla y reflexión post film.
Las conversaciones entre los geniales personajes tienen tintes de las mejores sitcoms en los momentos más desenfadados. Asimismo los protagonistas están interpretados por un reparto espectacular. Mención especial para Jim Parsons que carga con el peso de las dos horas de película, y le sobra talento para haber hecho otras dos horas de cinta. Tormenta de emociones la que nos muestra un personaje profundo, con guerras internas contra las que lucha a diario, y vicios que le descontrolan dejando libres a todos sus demonios.
Análisis psicológico en el diván
La película es buena por encima de todo en la construcción de la psicología de los personajes y de las relaciones entre ellos. Por ello, es interesante y conveniente analizarlos uno a uno.
Emory y Bernard
Emory es un desatado homosexual, además de deslenguado y provocador. Es por ello que acaba sacando de quicio a Alan, hasta acabar con este golpeándole. Sorprende el trato que manifiesta hacia Bernard, al que por ser de piel negra trata en tono jocoso como a un esclavo. Tono jocoso que no gusta a nadie, y que en la escena de desenlace final Bernard explica que se lo permite para, de alguna manera, consolarle en su vida de fracasado y hacerle sentir con algún tipo de autoridad sobre alguien. Pero más allá de eso, es interesante el dolor con el que Bernard lo dice y como reconoce que a ambos la vida les ha castigado, demostrando lo unidos que están y la identificación que siente él por Emory. En el plano final de ambos juntos, disfrutando con naturalidad y complicidad unos aperitivos, se descubre el amor que se procesan. Y que tras esa noche, limpian asperezas y avanzan con fuerza en su relación.
Larry y Hank
Pareja complicada, que se ama y lo muestra a lo largo de toda la película en sus comportamientos, aunque traten de darse celos mutuamente. Pero que
difieren en su forma de entender la vida en pareja, y así lo muestra Mantello desde la primera escena que protagonizan ambos, con Larry siendo descubierto por Hank coqueteando con otro con otro hombre. Hank entiende la vida en pareja de forma tradicional, sin terceras personas. Y Larry entiende, su vida en general, con todas las libertades sexuales del mundo. Ambos se aman, y Hank quiere ceder hasta el punto de permitirle ser infiel pero siempre y cuando sea en un trío donde él también participe. Y de ahí nace el coqueteo de Hank con Alan desde el momento en el que entra en la casa. Y Alan, aparentemente no homosexual, juega a ese coqueteo por los motivos que en su apartado expondremos.
Alan
Alan es la mecha de la película desde el momento donde rompe la alegría inicial de una película que prometía comedia, haciendo una llamada a su viejo amigo Michael suplicandole entre lágrimas verse cuanto antes. Hutchison interpreta, sin duda, al personaje más profundo de la película. Desconocemos en todo momento qué hace ahí, por qué se comporta de esa forma tan extraña y por qué motivo llamó llorando a Michael.
El director, en planos y frases nos da todas las piezas para montar el puzzle de la cabeza del complejo protagonista. La realidad es que Alan es bisexual. Tal y como confiesa Michael en su cara durante la discusión final entre ambos personajes. Tuvo relaciones sexuales con un compañero de universidad, pero a diferencia de su amante, él se negó a salir del armario y siguió manteniendo relaciones con mujeres. Años después, se casó y tuvo hijos. Pero ciertos remordimientos y arrepentimientos parecen acompañarle a diario, y eso parece haber debilitado su relación conyugal hasta romperse. Es ante eso, que con todo el miedo del mundo y entre lágrimas llama a su antiguo amigo gay para que le apoye a salir del armario. Va a casa de Michael, pero por el camino se arrepiente y le llama desde una cabina para decirle que no irá finalmente, pero después acaba acudiendo. Es evidente que está nervioso e indeciso, es la decisión más importante de su vida.
Durante la noche, conoce a Hank, con el que se identifica mucho, ya que ambos tienen familia e hijos y personalidades similares. Ve en él su reflejo sin saber que dicha persona es homosexual. Por ello cuando Hank lo confiesa delante de Alan, este le grita enfadado y desorientado. Porque en realidad se grita a sí mismo, que cree que debe volver con su esposa y abandonar su huida del domicilio conyugal.
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Alan observa aquello en lo que no se quiere convertir
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En esa fiesta de verdaderas locas desatadas no logra integrarse en ningún momento. Está nervioso e incómodo. No se siente como ellos, y le producen rechazo sus actitudes. Memorable el plano que nos brinda Mantello de Alan patidifuso contemplando desde arriba a las 'locas' bailando. Ante tal contexto, y odiándose a sí mismo por compartir orientación sexual con esas personalidades tan opuestas a él (de ahí su violencia) y con Emory avergonzandole y sacandole de quicio, acaba sintiendo que no forma parte de ese movimiento y decide que se siente más cómodo junto a su mujer llevando una vida tradicional y heterosexual.
Donald
Termina por ser una simple herramienta para el funcionamiento de la trama. Se acostó con Larry siendole este infiel a Hank, dato que se descubre en la discusión final entre la pareja, aunque la película de forma sutil nos lo desliza desde la primera escena en la que Larry y Donald se encuentran en la casa y el primero justifica su sorpresa al verlo diciendo la frase de "nos hemos visto pero no nos conocemos".
Donald además, se lee entre líneas que es una persona inmadura, con problemas psicológicos que necesitan la ayuda de profesionales, seguramente a causa de una infancia difícil y una vida complicada a causa de su sexualidad. No obstante es un apoyo fundamental para el inestable Michael, y entre ambos se respira algo más que una amistad como bien queda patente en la primera y larga conversación que mantienen en el cuarto de Michael y en el consuelo final a un Michael roto en lágrimas. Además de ser el cortafuegos de los arranques violentos de su amigo durante toda la velada.
Michael y Harold
Se odian. Pero se aman. Tanto a ellos mismos como entre ellos. Porque como bien nos demuestra el largometraje, son lo mismo: dos acomplejados que necesitan cuidar durante horas su aspecto para no sentirse avergonzados de su presencia, y que son terriblemente elitistas y soberbios. Como bien demuestra lo muy mal que tratan al Cowboy al que consideran muy inferior a ellos intelectualmente.
Realmente se odian a sí mismos porque su tradición religiosa y familiar así se lo inculcó desde la niñez, señalando la homosexualidad como incorrecta, y la falta de aprobación de los suyos a causa de la orientación sexual les ha generado multitud de inseguridades, ansiedades y depresiones con las que lidian a sus espaldas.
Cowboy
El joven prostituto aparece en el cumpleaños como objeto sexual y es así como es tratado durante toda la velada. Con desprecios permanentes señalando su apariencia bobalicona y tratándolo como un simple elemento de deseo, como bien no solo manifiestan los personajes con sus palabras y gestos, sino también la cámara con planos absolutamente reveladores.
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El plano que refleja que ven al chico como un simple objeto sexual |
Cowboy, aún con la etiqueta colocada, demuestra con su última frase una inteligencia emocional mucho mayor de la demostrada por todos los demás durante aquella noche: "intento ser cariñoso en la práctica sexual para sentirme menos puta". Afirmación que deja un silencio incómodo y un pedante Harold boquiabierto. El chico al que habían humillado durante todo el cumpleaños, demuestra un desarrollo emocional superior al de todos ellos y deja retratado al judío como un simple insensible putero.
Ser homosexual en 1968
La película presenta un fiel reflejo del dolor y el complejo que sentía todo homosexual de la época. Cohibidos hasta el punto de disculparse por bromear, como ocurre en la escena en la que llega la tarta y Emory grita con la puerta abierta un chiste sexual, con la mala suerte de que unos vecinos pasaban justo delante en ese instante provocando que todos ellos queden petrificados y avergonzados por ser tal como son. También Emory, el más alocado del grupo, comenta una anécdota desagradable en la que un policía antivicio le detuvo en una sauna gay. El guión forma con todas estas situaciones y actos un dibujo de lo reprimido que se encontraba el hombre homosexual de la época.
También muestra como tal represión afecta en sus estados psicológicos, necesitando muchos de ellos ayuda profesional y medicamentos, como es el caso de Donald, Harold y Michael. Además de, como consecuencia, sentir que son seres malvados y pecadores, y acabar interiorizandolo hasta odiarse así mismos. Además, muchos de ellos, tan avergonzados como para ser incapaces de salir del armario, navegan entre remordimientos y arrepentimientos en relaciones de pareja heterosexuales que no les hacen plenamente felices. Como es el caso de Alan o el de Hank durante años. En definitiva es una película muy bien rodada, montada y escrita; también interesante y reflexiva sobre el contexto de la homosexualidad en la sociedad de finales de los 60´.
Años después, activistas del movimiento LGTBI como Harvey Milk, alzaron la voz y trabajaron para conseguir que dicha orientación sexual dejase de ser criminalizada y perseguida. Y de dicho personaje histórico-político existe una muy buena película protagonizada por Sean Penn, gracias a la cual ganó un premio Óscar a mejor actor. Se titula Mi nombre es Harvey Milk (2008).
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