André Ovredal dirige un film al estilo pizza 4 quesos pero sin queso. Cambiando el ingrediente procedente de vaca u oveja por el de género de terror. Ofreciendo unos primeros compases de la película donde la intriga, el misterio y la investigación dan forma a un terror psicológico que lleva la película por los caminos propios del género thriller oscuro, pero cambiando el tercio en el segundo tramo ofreciendo fantasía y mito terrorífico. Bien es cierto que el noruego, según señalan fuentes cercanas, nunca titubeó en su idea de película, ya que fue impulsado por su fascinación a Expediente Warren y no dudó en realizar lo que realizó. Pero uno, que toma café y pocas veces escribe de western, pero que escribe de cine aquí en Café Western, y que ama el thriller, y se deja impresionar cuando estos navegan por los mares oscuros de Seven o Asesinato en 8mm, se ilusionó con encontrar algo del estilo en esta obra.
Ian B. Goldberg y Richard Naing a la máquina de escribir
En 2013, el director de la ya analizada aquí
Troll Hunter (
https://cafe-western.blogspot.com/2020/07/resena-troll-hunter-perdon-por-la.html), asistió a uno de los pases de la afamada
Expediente Warren. Y para sorpresa o no del noruego, encontró una cinta inspiradora e impulsadora en su carrera de director. Salió de la sala abarrotada con teléfono en mano y ojos nerviosos en búsqueda de un espacio libre de gritos eufóricos y voces tertulianas molestas. Necesitaba realizar la llamada que avecinaba un brusco giro en su camino profesional. Su agente al teléfono, desconocemos si ya encamado y desnudo, atendió a un André Ovredal que buscaba película para dirigir, y ya no de humor sin gracia, sino de terror. El guión de los ya experimentados en los géneros paranormales y sangrientos (
Eli, Dead of summer...)
Ian B. Goldberg y Richard Naing, convenció a
Andre Ovredal para embarcarse en una cinta de poco presupuesto pero con una historia que brilla en la asfixia de una casa vieja, solitaria y habitada la mayoría del metraje únicamente por los dos actores protagonistas. Sin necesidad de más.
Esos intérpretes protagónicos son el joven Emilie Hirsch (forense hijo) y el veterano Brian Cox (forense padre). Geniales son sus interpretaciones y geniales sus diálogos. Escritos con nervio, sin rodeos ni florituras. Dos profesionales serios, inteligentes y rigurosos analizan y abren en canal a la joven Jane Doe mientras en sus rápidos y perspicaces intercambios de impresiones van escalando hacia una cima donde creen poder encontrar una causa de muerte común y corriente, pero encuentran respuestas alejadas de la ciencia y cercanas a la fantasía. Austin, listo e intrépido pero todavía blando e inexperto; Tommy, sabiduría experiencia, maestro. Fusión perfecta de ambos personajes. Que además les une especialmente el fallecimiento de la mujer de la familia, madre de Austin y esposa de Tommy. Dibujando una relación de mutua protección, donde Austin ve la fragilidad de un padre que no supera la pérdida y necesita de su cariño y atención. Creando una unión y química con gran broche interpretativo de los actores.
Los escritores estadounidenses construyen ya en las escenas iniciales dos personajes con los que es inevitable empatizar. Creando personalidades marcadas y con una construcción coherente, pero con la justa profundidad que permite una película de 86 minutos, aunque cabe remarcar que el desarrollo de estos es suficiente para el tipo de historia que se quiere contar.
Los guionistas nos ayudan a introducirnos en ese terrorífico sótano de cadáveres y autopsias a través de la novia de Austin que va en búsqueda de satisfacer la curiosidad ingenua que le embarga y se lleva desagradables impresiones al ritmo de un montaje sútil, contenido y simple herramienta de construcción narrativa de la descontrolada película que se avecinaba en sus compases finales.
Del thriller al hacha
Del terror psicológico y el caso de la mujer muerta y encontrada en extrañas circunstancias, a las luces que explotan y los zombies por el pasillo. Igual que Fast and furious no te va a sorprender en la profundidad de sus diálogos ni la profundidad de sus personajes, La autopsia de Jane Doe no debe engañarte como conmigo sí hizo. La respuesta a todas las preguntas científicas que se plantean los forenses no son resueltas en una investigación profunda, coherente y con verosimilitud, pese a lo que uno pueda llegar a creer en los primeros 40 minutos de la película. Lo contenido brota en desbordante violencia y pilla-pilla con los zombies por el pasillo.
Ante tal giro, que empobrece el guión y simplifica la película, a uno solo le queda sacar las palomitas y ojear el móvil con la tranquilidad de que lo complejo del argumento ya está contado y lo que falta por ver son hachazos en caras y cadáveres caminando entre la oscuridad. Aún así, se respeta y se disfruta, porque películas así se han visto muchas, pero no todas contextualizadas argumentativamente como esta, ni con unos personajes edificados con la sutileza e inteligencia de estos, ni rodada y montada con el acierto de esta.
La obra de Andre Ovredal acaba demostrando ser una interesante historia escrita con la tinta del thriller y del terror paranormal. En una mezcla que no brilla pero entretiene y que ofrece un producto redondo y bien realizado. Que entra en el terreno de lo paranormal donde es justificable absolutamente todo y donde solo se puede pedir que esté bien contado, montado y rodado. Lo está. El resto cuestión de gustos. Un 6 en Filmaffinity.
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