- Quiero que te imagines un personaje, uno dramático... como en un libro, en el teatro o una película. Pero no digital o guardado en un usb sino análogico, con proceso químico. Que se vea el grano en la imagen. Vieja escuela: 35mm. Y quiero que me acompañes en este viaje cinematográfico porque esto es el cine, el maravilloso mundo del cine. - Así comenzaba un divertidisimo Fletcher, interpretado por Hugh Grant, a adentrarnos en su guión cinematográfico y trama central de la película. Revelandonos que esto era un guión dentro de otro guión, cine dentro de cine. La muñeca matrioska de Guy Ritchie. Metacine.-
El director de Snatch, muestra su absoluto dominio de la narración cinematográfica y retuerce su relato a su antojo, lo manosea como al moco del cubo tira pedos. Engaña al espectador, lo guía por la mentira para después sorprenderle con la impactante verdad, llega hasta el punto de construir escenas vibrantes para después desmentirlas. Y el espectador, lejos de irritarse y explotar, se pone cómodo y disfruta de las tomaduras de pelo de Guy Ritchie, siendo consciente de que está disfrutando de un experimento narrativo fantástico. De una manera fresca y original de contar la historia. Reforzada en los elementos de metacine antes mencionados.
Porque Gentlemen, es al final una lectura del guión cinematográfico de Fletcher. Detective de un periódico amarillista, que sabe mucho sobre las habas que se cuecen en las entrañas de las mafias británicas, pero no tanto como cree. Y es ahí donde encontramos magia potagia. Sucesos que Fletcher así tiene entendidos y escritos en su guión, pero que Ray (Charlie Hunnam interpretando al criminal más hipster de la historia) le corrige mientras el espectador disfruta a través de la pantalla de los saltos espacio temporales que lo aclaran todo.
Todo ello girando entorno a un Matthew McConauguey excelente como líder mafioso del oro verde -la marihuana-. Tratada en esta película desde un punto de vista de gran escala donde llegamos a sentir la preocupación del narcotraficante que se enfrenta a la problemática derivada de la legalización del producto con el que trafica. El capo Mickey Pearson, tanto o más que el resto de personajes de la obra, es caracterizado de manera fantástica con trajes extravagante de nuevo rico hortera, y una melena rizada junto a pendiente en su oreja izquierda que son muestra evidente de su origen callejero.
Pero para caricaturización tenemos la que hacen acertadamente con el personaje Coach interpretado por Colin Farrell. Descarado, sobrado, perspicaz y, como todos en esta película, elegante y cuidadoso con su vestimenta. Pero en su armario no hay ni trajes ni camisas, sino conjuntos de chándal propios del mismísimo Connor Mcgregor. Personaje absolutamente inspirador para una secuela y desafortunadamente poco aprovechado en las casi dos horas de cinta.
La obra, en definitiva, navega a la velocidad de la luz y no es recomendada para ojos distraídos ni para manos juguetonas con el acompañante. A las técnicas narrativas antes mencionadas se le suma un estilo de realización histérico. Con banda sonora silenciada en contadas ocasiones y unas escenas montadas desde el puro nervio y el dinamismo: gran riqueza en escalaridad de planos durante las escenas, mónologos cubiertos con planos dinámicos que ilustran el discurso del personaje -personas nombrada, localizaciones, situaciones, etc.- ... En definitiva, se dice mucho la frase pero aquí se aprovecha todavía más: "¡Si parpadean se lo van a perder!"
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