Érase una vez en Hollywood Charlie Sheen en el papel de Charlie Harper y John Cryer en el de Alan Harper. Juntos y no separados protagonizaron la que, para mí y desgraciadamente no para mucha más gente por motivos que no conozco pero respeto - siempre educación - , es la mejor sitcom jamás hecha. Dos Hombres y medio bebió, - tanto como Harper pero quizás no al nivel de Sheen -, del humor más fino, sarcástico y costumbrista de obras como La extraña pareja de 1968. Película de otros dos solteros que por su condición de soltería comienzan a compartir piso, chocan sus cáracteres y, ATENCIÓN SPOILER, cortan su relación en condición de compañeros de piso. Porque a estos dos hombres, los de la película dirigida por Gene Saks y protagonizada por los geniales Walter Matthau y Jack Lemon, no les unía un medio. Y por medio me refiero al niño mofletudo, no a los del laboratorio envueltos en bolsas de plástico y cierres de ferretería.
Sheen y Cryer aguantaron hasta 9 años compartiendo mansión. Los casi 2 millones de euros por capítulo que ganaba Sheen bien merecían compartir casa hasta con el mismisimo excremento de una oveja. Son durante esos 9 años y no otros, porque no los ha habido evidentemente, donde JC o más conocido como John Cryer, disfrutó de la compañía de un Charlie Sheen que es la polla. La polla y las vaginas que Charlie le enseñaba en cada rodaje, fotografiadas en su móvil, a su compañero. Y un día hasta le enseñó un par de bombas, cuando le pidió por favor, aunque me atrevería a decir que también sin favor, que le guardase en su trailer del set de grabación, una bolsa entera de revistas porno. Ya que la mujer de Charlie estaba en camino.
Mujer de la que después se divorciaría, y fue un suceso que según apuntan los afortunados que le vivian y conocían, marcó un antes y un después en su vida. El medio que les unía en esa casa durante nueve temporadas se hizo mayor, ya no les unía ni la mitad y había dos mitades llenas de otros medios que les separaban a Charlie y John y a Charlie del creador Chuck Lorre.
Eran la mayoría de las veces las 17 o 18 de la tarde cuando entraba yo, con doce e incluso algún año más o menos, a la Peluquería de caballeros Toni a cortarme el pelo sin ser todavía un caballero. Pero el tete Toni siempre hizo la excepción. Pues bien, Neox era el acompañante en esas tardes de acicalado de cabello, y en su pantalla, sorpresa, Dos hombres y medio. Una década después sigo sin ser un caballero, pero el tete Toni sigue haciendo la excepción. Ya no vemos Dos Hombres y medio. Vemos otras cosas. Demasiadas cosas. Y es que Dos hombres y medio está muerto, pero hoy, a las 17 o 18 de la tarde he vuelto a estar ahí, frente a Charlie Sheen y John Cryer que compartían pantalla en la olvidada comedia Hot Shots. Tiros calientes en la traducción al español. Como los que entraban por las fosas nasales de una estrella de la televisión que fue despedida de una serie de televisión que ha podido ser lo más grande que ha nacido en el género sitcom.
Comedia, la de los tiritos calientes, en la que observamos a Charlie Sheen en un estado de forma sin tiros ni copas. En forma e incluso masivo. Conocemos un héroe que no se rinde ante las adversidades de una unidad de aviación donde tiene más enemigos que adeptos. Pero es su sabiduría, ganada y lograda en 18 meses viviendo en una tribu india y fumando helio, la que le hace anteponerse a los traumas familiares y cargar la responsabilidad del que se siente seguro para salvar una patria y perforar la cueva de la más guapa. Pese a su temática quizá para adultos, su montaje es quizá para no tan adultos sino menores. Con trompetitas de payaso sonando simultaneamente al impacto y caída del personaje.
Uno de los héroes en la película dice lo siguiente: "Dios, me estoy meando. Me reventaron la mitad de la vegiga en Guadalcamar". Eso es lo mejor que te podría pasar a ti, no que te reventaran la mitad de la vegiga, pero sí el tener ganas de ir al baño continúamente durante la cinta. Significará que has bebido poco o mucho y vas con el toque necesario para disfrutarla. Yo no he disfrutado. No bebo ni tomo medios. Soy atleta.
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