Historia del cine español - Capítulo 1





Con Edison y Lumiere empezó todo. En tiempos simultáneos los hermanos Lumiere patentaban el cinematografo en Francia y Edison el Kinescopio en Estados Unidos. Aparatos con los cuales el espectador podía disfrutar imágenes proyectadas en movimiento. Son bien conocidos los primeros pasos del cine para los más amantes, e incluso los segundos para los más fánaticos. En un inicio la creatividad y el argumento brillaban por su ausencia y dichos aparatos se dedicaban únicamente a mostrar hechos cotidianos como la tan conocida llegada del tren a la estación de La Ciotat. No obstante, pese a su simpleza, el público quedó fascinado y acojonado. En esas primeras proyecciones de 1896 de "Llegada del tren a la estación de La Ciotat" no faltó mucho para los charcos de orina y los más atentos afirman que llegaron a olfatear aroma a eces ante el susto generalizado de un tren que se aproximaba a gran velocidad, aparentemente, a los espectadores allí presentes. La falta de cultura cinematográfica provocó esas reacciones incomprensibles hoy día.


"Llegada del tren a la estación de La Ciotat"




La expansion de este ahora arte, antes simple experimento, tardó pocos años en realizarse. Es en nuestro país España, donde quiero centrar mi serie de artículos. Origen y evolución siempre desde la voz de la picardía y recorriendo el camino mediante las películas más significativas. Pese a la desaparición de muchas de las cintas pioneras, son muchas otras las que todavía se pueden disfrutar. 


                      "Salida de misa a las doce de la iglesia del pilar de Zaragoza" 




La investigación profunda y exhaustiva nos lleva al encuentro de la pionera "Salida de misa a las doce de la iglesia del pilar de Zaragoza" de Eduardo Jimeno Correas, donde no vemos a un tren llegar a la estación, pero casi. Vemos una gran mancha negra en medio de nuestras pantalla que viene siendo la muchedumbre saliendo en estampida de, como su título indica, la misa de las doce de la Iglesia del pilar de Zaragoza. Bien es cierto, que pese a su evidente inspiración en la obra maestra de los Lumiere, aquí el operador de cámara no se olvidó la cámara en un punto fijo durante unos minutos mientras el aparato rodaba, no. Aquí podemos observar dos planos diferenciados, es decir, diferente escalaridad de planos de los devotos. No es el ojo nervioso que nos graba la realidad para su posterior exhibición desde multitud de planos con diferentes escalaridades, pero sí se observa una intención más allá de clavar la cámara en el asfalto y cruzarse de brazos.


                                                        "Riña en un café"



Es Fructuos Gelabert el primer español en ir un paso más allá grabando por primera vez un film con un argumento y una acción ficcionada. Ficcionada pero no irreal ni demasiada alejada de la realidad tozuda del costumbrismo español.  En "Riña en un café" (1897) vemos a dos intoxicados por la cafeína intercambiar empujones para después gritar bien alto aquello de "sujetame que le mato" y así, viendo dicha secuencia reímos y sonreímos durante 30 segundos. Ya que los otros 45 que restan de cinta, pertenecen a los créditos iniciales. Sí, hay más metraje dedicado a los créditos que a la propia acción de los intoxicados.


                                                        "Hotel eléctrico"



Diego Capel es el Cristiano Ronaldo español y Segundo de Chomon el Meliés español. Comparaciones para el entendimiento de toda la familia. No. Hablando rápido y serio, con Segundo de Chomon España disfrutó de uno de los directores de cine mudo más brillantes de la historia del cine. Con "Hotel eléctrico" (1908) entre otras obras, el de Teruel fue el primer director nacional que alcanzó el éxito internacional. Es en la historia del hotel donde el turolense siembran las cosechas que mil años después todavía recogen directores del género del terror con obras como "Poltergeist" y posteriores polvos de esos lodos. Es la historia de un hotel (cualificación de estrellas desconocida) donde los objetos se mueven al servicio de los clientes sin necesidad de un botones. Hasta que en un momento de gran tensión narrativa, del neceser de aseo de los protagonistas, salen los artículos y les enseñan a sus propios dueños a mantener un aspecto que no emane dejadez. Es la historia de una lección de cuidado personal y belleza. Necesario y propio de las escuelas pertenecientes al sector belleza. La obra logra mostrar unas interpretaciones sobresalientes con Segundo de Chomon y Julienne Mathieu, dentro de las limitaciones del cine mudo y su evidente necesidad de la sobreactuación. Además, hace uso de la técnica stop motion con destreza.

Es a partir de 1914 cuando España logra vivir una de sus edades doradas en el sector cine. Con un Jacinto Benavente como uno de los protagonistas, "en el cine me pagan los desperdicios" exclamó un día el madrileño, no sabemos si intoxicado por la cafeína. Sobre ello profundizaremos, en el próximo capítulo.

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