En Eduardo Manos Tijeras (1990) nos encontramos a Tim Burton en su pico de forma. Mezclando fantasía y cruda realidad a través de un Frankenstein que conecta desde el inicio con el espectador, una puesta en escena capaz de ridiculizar el modus vivendi contemporáneo con solo contemplarla y un guión que transmite una moraleja enriquecedora para el espectador. Tim Burton nos muestra una película gótica, oscura, con personajes esperpénticos y cuentos de fantasía como siempre y tanto nos gusta a los que le admiramos, pero logra algo que desgraciadamente no es tan común en él: construir una historia redonda y que nunca pasará al olvido.
Cuento de hadas pero sin cursilerías. Aquí el ser diferente sufre y es perseguido. Y el final respeta al espectador con una moraleja sin masticar ni digerir. Optimista para muchos, pesimista y cruel para otros tantos. Para mí, la historia de la vida de cualquiera. ¿Hacia donde voy? ¿Dónde quiero estar? ¿Cómo debo ser y comportarme? Eduardo Manos Tijeras es un triunfador. Vivió, experimentó, y acabó encontrando el sitio donde quería estar y aquello a lo que se podía dedicar y ser feliz. El día que este camino se acabe, si hemos encontrado algo parecido a eso, tocará dar las gracias y sentirnos orgullosos. Mientras tanto, seguiremos intentándolo. Café western no es una broma. Es un espacio más en el camino del autor. Donde busca encontrar respuestas a las preguntas existencialistas más importantes de nuestra vida o, al menos, acercarnos.
¡Bienvenidos a Café Western!
2 Comentarios
Fenomenal
ResponderEliminarGracias, amigo.
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